En aquel momento los discípulos se acercaron a
Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los
Cielos?". Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y
dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no
entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este
niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de
estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar
a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo
están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
"Los ángeles del cielo ven sin cesar el rostro de mi
Padre"
Los
ángeles se ocupan activamente de nosotros en la Iglesia; se nos dice: "¿Es
que no son todos espíritus servidores, enviados en ayuda de los que han de
heredar la salvación?”(He 1, 149. No hay ningún cristiano que por muy humilde
que sea que no tenga un ángel para servirle, si vive por la fe y el amor.
Aunque ellos sean tan excelsos, gloriosos, puros, tan maravillosos que su sola
vista nos hace postrar en tierra, como le sucedió al profeta Daniel (10,9), con
todo ellos son nuestros servidores y nuestros compañeros de trabajo. Ellos
velan sobre nosotros; nos defienden hasta al más humilde de entre nosotros, si
nosotros estamos enraizados en Cristo.
Ellos son parte de nuestro mundo invisible, en alguna
ocasión se manifiestan como al patriarca Jacob (Gn, 28,10s). El pensó que ¡qué
era aquella cosa tan maravillosa que le estaba ocurriendo si estaba dormido!
Este era un lugar como todos los otros, un sitio solitario e incomodo; ¡y por
tanto, que realidad tan distinta! Jacob no conocía más que el mundo visible; no
conocía el mundo invisible, y sin embargo el mundo invisible estaba allí.
Estaba allí, aunque Jacob no realizó nada para provocar su presencia, la cual
solo se revela sobrenaturalmente. El tiene la revelación en un sueño: "
una escalinata apoyada en la tierra, y lo alto tocaba el cielo; los ángeles de
Dios subían y bajaban por la escalinata; y el Señor estaba en la cumbre."
He aqui que existe otro mundo: la gente habla como si
no existiera nada más después de la muerte. No, existe ya ahora, aunque
nosotros no lo veamos: está entre nosotros, en torno nuestro. Así se le mostró
a Jacob; los ángeles estaban a su alrededor, allí mismo sin saberlo él. Lo que
Jacob vio en sueños, otros también lo han visto...y entendido como los pastores
de noche buena. Estos espíritus bienaventurados alaban a Dios día y noche, y
nosotros, desde nuestro estado, también los podemos imitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario