Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?», pedro contestó: «Tú
eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.», Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón
Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre
que está en los Cielos, y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la
podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la
tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en el Cielo.»
Meditación del Papa
Pedro responde: "Tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios vivo". Acto seguido, Jesús pronuncia la declaración solemne que
define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia: "Y yo a mi
vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (...).
A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en
los cielos". Las tres metáforas que utiliza Jesús son en sí muy claras:
Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la
Iglesia; tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar a quien
le parezca oportuno; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir
o prohibir
lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y
sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Así
queda descrito con imágenes muy plásticas lo que la reflexión sucesiva
calificará con el término: "primado de jurisdicción".
Benedicto XVI, 7 de junio de 2006.
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