Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás
adulterio.» Pero yo les digo: Quien mira a una mujer con malos
deseos,ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer,
sácatelo y tíralo lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y
no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Y si tu mano derecha te lleva al pecado, córtala y
aléjala de ti; porque es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo
tu cuerpo sea arrojado al infierno.
También se dijo: «El que se divorcie de su mujer,
debe darle un certificado de divorcio.»
Pero yo les digo: Si un hombre se divorcia de su
mujer, fuera del caso de unión ilegítima, es como mandarla a cometer adulterio:
el hombre que se case con la mujer divorciada, cometerá adulterio.
Meditación del Papa
Es importante recordar que "el amor de los esposos exige, por su misma
naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que
abarca la vida entera de los esposos". De hecho, Jesús dijo claramente:
"Lo que Dios unió, no lo separe el hombre" y añadió: "Quien
repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si
ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio". Con toda
la comprensión que la Iglesia puede sentir ante tales situaciones, no existen
casados de segunda unión, como los hay de primera; esa es una situación
irregular y peligrosa, que es necesario resolver con fidelidad a Cristo,
encontrando con la ayuda de un sacerdote un camino posible para poner a salvo a
cuantos están implicados en ella.
Para ayudar a las familias, os exhorto a
proponerles con convicción las virtudes de la Sagrada Familia: la oración,
piedra angular de todo hogar fiel a su identidad y a su misión; la
laboriosidad, eje de todo matrimonio maduro y responsable; y el silencio,
fundamento de toda actividad libre y eficaz.
(Benedicto XVI, 25 de
septiembre de 2009)
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