Ustedes
han oído lo que se dijo a sus antepasados: «No jurarás en falso, y cumplirás lo
que has jurado al Señor.» Pero yo les digo: ¡No juren! No juren por el cielo, porque es el trono de Dios;ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la
ciudad del Gran Rey. Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno
solo de tus cabellos. Digan sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada,
viene del demonio.
“Que
vuestro sí sea sí”
No
sabes lo que la obediencia es capaz de producir por un sí, por un simple
sí...”Que se haga en mí según tu palabra”—María se convierte en madre de Dios.
Diciendo su sí se declara esclava del Señor y conserva intacta su virginidad,
tan estimada por ella misma y por Dios. Por este sí de María, el mundo obtiene
la salvación, la humanidad es rescatada. Entonces, procuremos nosotros también
cumplir la voluntad de Dios y digamos sí todos los días al Señor...
Que María haga florecer en tu alma nuevas virtudes y
que te guarde. Ella es el mar que hay que atravesar para llegar a las costas
esplendorosas de la eternidad. Permanece, pues, siempre con Ella... Apóyate en
la cruz de Cristo, a ejemplo de María. Encontrarás un gran alivio fortaleza.
María permaneció, de pie, bajo la cruz, junto a su Hijo crucificado. En ningún
momento, Jesús la amó tanto como en aquel trance de sufrimientos inexplicables.
San Pio de Pietrelcina
(1887-1968)
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