viernes, 21 de junio de 2013

Evangelio según San Mateo 6,19-23

No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban, junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar.
Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón, tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos están malos, todo tu cuerpo estará en obscuridad. Y si tu fuente de luz se ha obscurecido, ¡cuánto más tenebrosas serán tus tinieblas!


 “No acumuléis tesoros en la tierra...acumulad mejor tesoros en el cielo”
    
Tú que escondes tu tesoro en la tierra (Mt 25,25) eres su esclavo y no su dueño. Cristo dice: “Donde está tu tesoro allí está tu corazón.” (Mt 6,21) Con el tesoro has enterrado también tu corazón. Más vale vender tu tesoro y comprar la salvación. Vendes un mineral y adquieres el reino de Dios, vendes el campo y adquieres para ti vida eterna.

    Diciendo esto, estoy diciendo la verdad porque me apoyo en la palabra misma de aquel que es la Verdad: “Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en los cielos.” (Mt 19,21) ¡No te entristezcas con estas palabras, por miedo que te dirijan a ti las mismas palabras que al joven rico: “Os aseguro que es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos.” (Mt 19,23) Aún más, si tú lees esta frase, considera que la muerte te puede arrancar tus bienes, que la violencia de un poderoso te los puede quitar. A fin de cuentas, no te habrás preocupado más que por bienes minúsculos en lugar de grandes riquezas. No son más que tesoros de dinero en lugar de tesoros de gracia. Por el mismo hecho son corruptibles en lugar de eternos.

San Ambrosio

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