lunes, 17 de junio de 2013

Evangelio según San Mateo 5,38-42.


Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.», pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda.

“Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia”
  
    ¿Cuál es, pues, el remedio y la causa de este desprecio? Escuchad lo que nos dice el mismo Señor: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis el descanso para vuestras almas” (Mt 11,29). He aquí que, de manera breve, con una sola palabra, nos muestra la raíz y la causa de todos los males, junto con su remedio, fuente de todos los bienes. Nos enseña que lo que nos hace caer es la soberbia, y que no es posible alcanzar misericordia sino por la humildad, que es la disposición contraria. De hecho, la soberbia engendra el desprecio y la desobediencia que conduce a la muerte, mientras que la humildad engendra obediencia y la salvación de las almas: yo entiendo la verdadera humildad, no como un rebajarse de palabra y en actitudes, sino como una disposición verdaderamente humilde en lo más íntimo del corazón y del espíritu. Por esto dice el Señor: “Yo soy manso y humilde de corazón”. El que quiera encontrar el verdadero descanso para su alma que aprenda a ser humilde.

Jesucristo ha venido a mostrarnos una nueva forma de ver la vida, basada en el amor por encima del odio. Ésta es la novedad del cristianismo. La convivencia entre los hombres llegará a ser realmente pacífica el día en que el amor prevalezca por encima de las demás cosas. "Al grito por la sangre derramada, que se eleva desde tantas partes de la tierra, Dios responde con la sangre de su Hijo, que entregó su vida por nosotros. Cristo no respondió al mal con el mal, sino con el bien, con su amor infinito". Ángelus de su Santidad


Benedicto XVI

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