Entonces se adelantó un maestro de la Ley. Había
escuchado la discusión y estaba admirado de cómo Jesús les había contestado.
Entonces le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Jesús
le contestó: «El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios
es un único Señor.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y
después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún
mandamiento más importante que éstos.» El maestro de la Ley le contestó:
«Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único
y que no hay otro fuera de él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más
que todas las víctimas y sacrificios.» Jesús vio que ésta era respuesta
sabia y le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y después de esto, nadie
más se atrevió a hacerle nuevas preguntas.
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