Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante
ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces, ustedes los
reconocerán por sus frutos. ¿Cosecharían ustedes uvas de los espinos o higos de
los cardos?.
Lo mismo pasa con un árbol sano: da frutos buenos,
mientras que el árbol malo produce frutos malos, un árbol bueno no puede dar
frutos malos, como tampoco un árbol malo puede producir frutos buenos. Todo
árbol que no da buenos frutos se corta y se echa al fuego. por lo tanto,
ustedes los reconocerán por sus obras.
Meditación
del Papa
Nosotros celebramos la Eucaristía sabiendo que su
precio fue la muerte del Hijo – el sacrificio de su vida, que en ella está
presente. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, nosotros
anunciamos la muerte del Señor hasta que Él vuelva, dice san Pablo (cfr Co
11,26). Pero también sabemos que de esta muerte brota la vida, porque Jesús la
ha transformado en un gesto de entrega, en un acto de amor, dándole de esta
forma su sentido más profundo: el amor ha vencido a la muerte. En la santa
Eucaristía Él, desde la cruz, nos atrae a todos hacia Sí (Jn 12,32) y hace que
nos convirtamos en los sarmientos de la vid que es Él mismo. Si permanecemos
unidos a Él, entonces también nosotros produciremos frutos, y entonces ya no saldrá
de nosotros el vinagre de la autosuficiencia, del descontento de Dios y de su
creación, sino el vino bueno de la alegría en Dios y del amor al prójimo.
Benedicto
XVI, 23 de octubre 2005.
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