Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con
sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que
se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes
pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan, ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás
en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la
tierra como en el Cielo, danos hoy el pan que nos corresponde y perdona nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores;y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos
del Maligno.
Porque si ustedes perdonan a los hombres sus
ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes, pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco
el Padre les perdonará a ustedes.
Reflexión
Jesús, cuando
enseña el Padre Nuestro a sus discípulos, y a nosotros a través de ellos, nos
da la pauta y el camino para que nuestra oración sea escuchada por Dios:
"No charléis mucho con los gentiles que se figuran que por su palabrería
van a ser escuchados..."
Quiere decir que la
oración que elevemos a Dios tiene que ser sencilla, hecha con el corazón,
pensando en Dios y sus intereses, no en nosotros mismos.
Por ejemplo, Es
diferente orar pidiendo que me vaya bien en los negocios, aunque haya que pasar
por encima de mi prójimo, a decirle a Dios en la oración que me dé la fuerza
para superar esa actitud de odio o disgusto contra el tipo que ayer me gritó en
la tienda cuando fui a comprar algo de despensa.
En el primer
ejemplo la petición está hecha en base a mis propios intereses y nada más. En
el segundo, en cambio, la petición es justa porque se quiere superar un defecto
propio por amor a Dios y el prójimo y no por amor a mí mismo ni mis cosas.
Ahora, Dios es
infinitamente misericordioso. Pero también infinitamente justo. Por eso Jesús
nos advierte que cuando queramos ser perdonados tenemos que perdonar a los que
nos ofenden, si es que queremos ser perdonados por Dios. Cada vez que vamos al
confesionario le pedimos perdón a Dios por haberle ofendido en la persona de
nuestro hermano. Y nos lo da. ¿Es que acaso no vamos a perdonar las ofensas que
recibimos siendo nosotros perdonados por lo que hacemos contra Dios, que
siempre es más grave? ¿Es justo que seamos siempre perdonados sin nosotros
perdonar ni una vez?
Por tanto, vivamos
hoy y siempre coherentemente con Dios y nuestros hermanos en Cristo.
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