No crean que he venido a suprimir la Ley o los
Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo. En
verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una
coma de la Ley hasta que todo se realice.
Por tanto, el que ignore el último de esos
mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el
Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en
el Reino de los Cielos.
Cristo, el cumplimiento de la Ley y los profetas
Cuando leo el
evangelio y encuentro testimonios de la Ley y de los profetas, no considero en
ello otra cosa que a Cristo. Cuando contemplo a Moisés, cuando leo a los
profetas es para comprender lo que dicen de Cristo. El día que habré llegado a
entrar en el resplandor de la luz de Cristo y brille en mis ojos como la luz
del sol, ya no seré capaz de mirar la luz de una lámpara. Si alguien enciende
una lámpara en pleno día, la luz de la lámpara se desvanece. Del mismo modo,
cuando uno goza de la presencia de Cristo, la Ley y los profetas desaparecen.
No quito nada a la gloria de la Ley y de los profetas; al contrario, los
enaltezco como mensajeros de Cristo. Porque cuando leo la Ley y los profetas,
mi meta no es la Ley y los profetas sino, por la Ley y los profetas quiero
llegar a Cristo.
San Jerónimo
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