Pero ¡ay de ustedes, fariseos, que pagan el
impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la
justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar
el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!
¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que
no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!".
Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y
dijo: "Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros". El le respondió: "¡Ay de ustedes también,
porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni
siquiera con un dedo!
"La tradición y la voluntad de Dios"
No importa mucho la manera por la
que aprendemos a conocer la voluntad de Dios. Puede ser por la Sagrada
Escritura, por la tradición apostólica, o bien por lo que San Pablo llama la
“naturaleza”. Lo que importa es que estemos seguros que es la voluntad de Dios.
En realidad, Dios nos revela el contenido de la fe por la inspiración, es un
asunto de orden sobrenatural. Pero nos ilumina sobre las cuestiones prácticas
de la moral a través de nuestra propia conciencia, guiada por Dios mismo.
Las cuestiones formales, nos las revela por la
tradición de la Iglesia, para ponerlas en práctica, aunque no deriven de la
Sagrada Escritura. Lo digo para responder a las preguntas que nosotros mismos
nos podemos hacer: “¿Porqué observar ritos y formas que no son prescritos por
la Escritura?” La Escritura nos prescribe lo que hay que creer, aquello hacia
lo cual hay que tender, lo que hay que mantener. Pero no nos habla de la manera
concreta de hacerlo. Dado que no podemos hacerlo más que de esta o de aquella
manera, forzosamente añadiremos algo a lo que la Sagrada Escritura nos dice.
Nos recomienda, p. e. reunirnos para la oración, relaciona su eficacia (de la
oración) a la unión de corazones. Pero la Escritura no indica ni el momento ni
el lugar de la oración, la Iglesia tiene que completar lo que la Escritura
simplemente prescribe de forma general...
Se puede decir que la Biblia nos da el espíritu de
nuestra religión; la Iglesia, en cambio, modela el cuerpo donde este espíritu
se encarna. La gente que intenta adorar a Dios de una manera, digamos
“puramente espiritual”, acaban por no adorarlo en absoluto. Es un hecho
corriente. Cada uno puede verlo por su propia experiencia... No, la Escritura
no nos tiene que revelar todo; nos da los medios para descubrir todas las
cosas. Dios nos ha prometido su luz, pero a su manera, no a la nuestra.
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