Después Jesús les enseñó con una parábola que era
necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez
que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad
vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia
contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después
dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda
me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a
fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez
injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y
noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de
ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe
sobre la tierra?".
« Les dijo una
parábola para mostrarles que hay que orar sin cesar”
"Todas
mis ansias están en tu presencia" (Sal. 37,10)... Tu deseo, es tu oración;
si tu deseo es continuo, tu oración también es continua. Por eso el apóstol
Pablo dijo: "orar sin cesar" (1Te 5,17). ¿Puede decirlo porque, sin
tregua, doblamos la rodilla, prosternamos nuestro cuerpo, o elevamos las manos
hacia Dios? Si decimos que rezamos sólo en estas condiciones, no creo que
pudiéramos hacerlo sin tregua.
Pero hay otra oración, interior, que es sin tregua: es
el deseo. Aunque te encuentres en cualquier ocupación, si deseas este descanso
del sábado, del que hablamos, rezas sin cesar. Si no quieres dejar de rogar, no
dejes de desear.
¿Tu deseo es continuo? Entonces tu grito es continuo.
Te callarás sólo si dejas de amar ¿Quienes son los que se callaron? Son
aquellos sobre los que se dijo: "al crecer la maldad, la caridad de muchos
se enfriará" (Mt 24,12). La caridad que se enfría, es el corazón que se
calla; la caridad que quema, es el corazón que grita. Si tu caridad subsiste
sin cesar, gritas sin cesar; si gritas sin cesar, es porque deseas siempre; si
estás repleto de este deseo, es porque piensas en el descanso eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario