Dijo también a la multitud: "Cuando ven que
una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y
así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así
sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de
la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por
qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario
a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el
camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue
al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas
pagado el último centavo".
Interpretar el tiempo
presente
Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está
integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu
Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva
de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima
y realmente solidaria del genero humano y de su historia… Por ello, el Concilio
Vaticano II, tras haber profundizado en el misterio de la Iglesia, se dirige
ahora no sólo a los hijos de la Iglesia católica y a cuantos invocan a Cristo,
sino a todos los hombres…
Para cumplir esta misión es deber permanente de la
Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del
Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia
responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la
vida presente y de la vida futura… Es necesario por ello conocer y comprender
el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático…
Afectados por tan compleja situación, muchos de
nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer los valores permanentes y
a compaginarlos con exactitud al mismo tiempo con los nuevos descubrimientos.
La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre
la actual evolución del mundo. El curso de la historia presente en un desafío
al hombre que le obliga a responder.
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por
todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda
responder a su máxima vocación… Igualmente cree que la clave, el centro y el
fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario