sábado, 26 de octubre de 2013

Evangelio según San Lucas 13,1-9.


En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? 
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 

Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera". Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. 
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'. Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'". 


Si no os convertís
    
    Esforcémonos en estar asociados a la resurrección de Cristo y pasar de la muerte a la vida mientras todavía estamos en este cuerpo. Porque, para todo hombre, pasar por una conversión, de cualquiera naturaleza que sea, pasar de un estado a otro, significa el fin de algo – no ser más lo que era - y el comienzo de otro - ser lo que no era. Pero es importante saber por qué se muere y para quién vive, porque hay una muerte que hace vivir y una vida que mata.

    Y es justamente en este mundo efímero, donde hay que buscar lo uno y lo otro; de la calidad de nuestras acciones terrenas, dependerá la diferencia de las retribuciones eternas. Muramos pues al diablo y vivamos para Dios; muramos al pecado para resucitar a la justicia; qué desaparezca el hombre viejo para que nazca el ser nuevo.
Ya que, según la palabra de la Verdad, "Nadie puede servir a dos señores" (Mt 6,24), tomemos como ejemplo no al que hace tropezar a los que están de pie para llevarles a la ruina, sino al que ayuda a levantar a los que caen, para conducirles a la gloria.

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