Y como algunos, hablando del Templo, decían
que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De
todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo
será destruido".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo
tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús
respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se
presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está
cerca'. No los sigan.
Cuando oigan
hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra
antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se
levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes
terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos
aterradores y grandes señales en el cielo.
No busquemos aterrarnos mutuamente ni vivir en el
miedo pensando en que el tiempo está cerca y ya se acaba la figura de este
mundo con la venida del Justo Juez, Cristo. Y no es así porque El mismo nos lo
acaba de decir: Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi
nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca".
¿Quiere Cristo que vivamos atemorizados? No ¿Quiere que nos la pasemos
analizando cada guerra y cada peste e interpretándolo todo bajo esta óptica
terrorífica? No. Entonces, ¿qué quiere Cristo?
Quiere que nos dejemos de cuentos de terror y de
una pasividad estéril y vivamos, sí, velando para cuando venga, pero velando
como siervos fieles, esto es, cumpliendo como el soldado que tiene una misión
en la vida. "Velar" por tanto no es estar en estado de terror e
infundiendo terror en los demás, sino "trabajar" por hacer que cada
día más este Rey sea más adorado y amado por los hombres; para que el imperio
del amor triunfe sobre los mezquinos deseos humanos.
¿Por qué el Templo será derruido? Por la codicia
de los hombres. ¿Por qué habrá guerras? Por el odio de unos contra otros. ¿Por
qué pestes, hambre, desolación? Por culpa del pecado que no busca soluciones
sino que trae daños estériles.
Pero en cambio si el cristiano trabaja firme y
constante por edificar su propia casa en Roca firme; si se empeña por trabajar
en la viña del Señor y sacar fruto abundante, el ciento por uno; si procura que
en su casa jamás falte el aceite para su lámpara, no sea que venga el Esposo;
si se esmera en realizar cuanto le ha sido confiado por el Dueño, como siervo
trabajador; si, en fin, saca tiempo de debajo de las piedras y hace del amor su
tesoro, y reproduce todos sus talentos, ¿le quedará tiempo para aterrarse por
el fin del mundo?
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