lunes, 11 de noviembre de 2013

Evangelio según San Lucas 17,1-6.


Después dijo a sus discípulos: "Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. 
Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo". 
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. 



Meditación del Papa Francisco 
Jesús, después de habernos enseñado el Padrenuestro, subraya que si no perdonamos a los demás, tampoco el Padre perdonará nuestros pecados. Es muy difícil perdonar a los demás, verdaderamente es muy difícil, porque siempre tenemos aquel pesar dentro. Pensamos: "Me lo hiciste, espera un poco..., para devolverle el favor que me has hecho". Oh no, no se puede orar con enemigos en el corazón, con hermanos y enemigos en el corazón. Esto es difícil, sí, es difícil, no es fácil. “Padre, no puedo decir Padre, no me viene”. Es cierto, yo lo entiendo. “No puedo decir nuestro, porque este me hizo esto, eso y...” ¡No se puede! “Estos deben de ir al infierno, ¿no? ¡No son de los míos!”. Es cierto, no es fácil. Pero Jesús nos ha prometido el Espíritu Santo: Él es quien nos enseña, desde dentro, desde el corazón, como decir “Padre” y cómo decir “nuestro”. Pidamos hoy al Espíritu Santo que nos enseñe a decir “Padre” y a poder decir “nuestro”, haciendo la paz con todos nuestros enemigos. (cf S.S. Francisco, 20 de junio de 2013). 

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