Después dijo a sus discípulos: "Es inevitable
que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!, más le valdría que le
ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que
escandalizar a uno de estos pequeños.
Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca,
repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día
contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento',
perdónalo".
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos
la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un
grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y
plántate en el mar', ella les obedecería.
Meditación del
Papa Francisco
Jesús, después de habernos enseñado el
Padrenuestro, subraya que si no perdonamos a los demás, tampoco el Padre
perdonará nuestros pecados. Es muy difícil perdonar a los demás, verdaderamente
es muy difícil, porque siempre tenemos aquel pesar dentro. Pensamos: "Me
lo hiciste, espera un poco..., para devolverle el favor que me has hecho".
Oh no, no se puede orar con enemigos en el corazón, con hermanos y enemigos en
el corazón. Esto es difícil, sí, es difícil, no es fácil. “Padre, no puedo
decir Padre, no me viene”. Es cierto, yo lo entiendo. “No puedo decir nuestro,
porque este me hizo esto, eso y...” ¡No se puede! “Estos deben de ir al
infierno, ¿no? ¡No son de los míos!”. Es cierto, no es fácil. Pero Jesús nos ha
prometido el Espíritu Santo: Él es quien nos enseña, desde dentro, desde el
corazón, como decir “Padre” y cómo decir “nuestro”. Pidamos hoy al Espíritu
Santo que nos enseñe a decir “Padre” y a poder decir “nuestro”, haciendo la paz
con todos nuestros enemigos. (cf S.S. Francisco, 20 de junio de 2013).
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