Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de
nosotros, Hijo de David". Al llegar a la casa, los ciegos se le
acercaron y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me
piden?". Ellos le respondieron: "Sí, Señor".
Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han
creído". Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó:
"¡Cuidado! Que nadie lo sepa". Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
Meditación del
Papa Francisco
La palabra de Cristo, una vez escuchada y por su
propio dinamismo, en el cristiano se transforma en respuesta, y se convierte en
palabra pronunciada, en confesión de fe. Como dice san Pablo: “Con el corazón
se cree [...], y con los labios se profesa”. La fe no es algo privado, una
concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y
está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio.
En efecto, "¿cómo creerán en aquel de quien
no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?". La
fe se hace entonces operante en el cristiano a partir del don recibido, del
Amor que atrae hacia Cristo, y le hace partícipe del camino de la Iglesia,
peregrina en la historia hasta su cumplimiento. Quien ha sido transformado de este
modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos.(S.S.
Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 22).
Reflexión
Cristo nos muestra su amor regalándonos la luz de
la fe. Nos cura de la ceguera del pecado que nos impide verle a Él. Tenemos que
experimentar este amor de Dios. Tenemos que experimentar que nos ama a cada uno
de nosotros, personalmente. Necesitamos ojos de fe para ver el amor de Dios,
para descubrir las huellas de Cristo en mi vida. Así nos entusiasmaremos por
Él, porque reconoceremos que no hay nadie como Él en nuestra vida.
Sólo si hacemos esta experiencia, podremos ser
apóstoles de Jesucristo. La experiencia del amor y de la misericordia de Dios
es la condición previa de nuestro apostolado. Él necesita que le ayudemos a
abrir los ojos a la gente de hoy. ¡Cuánta gente hoy en día vive en la oscuridad
por la falta de fe! ¡Cristo nos llama a ayudarle, a ser luz para ellos! Nos
llama a ser un signo de la fe. Dios quiere que la gente lo vea a Él dentro de
nosotros. Nos llama a la misión maravillosa de ser sus testigos.
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