En aquellos días, María partió y fue sin demora a
un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas
esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel,
llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga
a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz
de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor".
Meditación del
Papa Francisco
Acción. María salió de viaje y "fue sin
demora". El domingo pasado subrayé este modo de hacer de María: a pesar de
las dificultades, las críticas que habrá recibido por su decisión de partir, no
se detuvo delante de nada. Y aquí parte "sin demora".
En la oración, delante de Dios que habla, en
reflexionar y meditar sobre los hechos de su vida, María no tiene prisa, no se
deja tomar por el momento, no se deja arrastrar por los acontecimientos. Pero
cuando tiene claro qué cosa Dios le pide, lo que tiene que hacer, no tarda, no
retarda, sino que va "sin demora". San Ambrosio comenta: "la
gracia del Espíritu Santo no comporta lentitudes".
El actuar de María es una consecuencia de su
obediencia a las palabras del ángel, pero unida a la caridad: va a Isabel para hacerse
útil; y en este salir de su casa, de sí misma, por amor, lleva cuanto tiene de
más precioso: Jesús; lleva a su Hijo. A veces, también nosotros nos paramos a
escuchar, a reflexionar sobre lo que deberíamos hacer, quizás también tenemos
clara la decisión que tenemos que tomar, pero no pasamos a la acción. (S.S.
Francisco, 1 de junio de 2013).
Reflexión
El amor de María no midió la distancia que le
apartaba de su prima, ni mucho menos le llevó a tomar en cuenta lo que iba a
exigirle ese viaje, viajando sola por el desierto, o cuánto tiempo le iba a
tomar llegar hasta allá o cuánta comida iba a requerir para realizar ese
trayecto… Su donación le condujo a hacer una de las cosas más costosas para el
ser humano: el olvidarse de sí misma, para ser totalmente de los demás.
Nosotros, igualmente, podemos contemplar las
necesidades de los que están cerca de nosotros; sobre todo, la sed de ayuda que
llevan en su interior, con la esperanza de que alguien pueda satisfacerla y
calmar su ansia. Por eso, detengámonos en el caminar de nuestra vida para
ayudar a los demás.
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