La Asunción es
un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo,
la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a
la que nosotros caminamos.
Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de
Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de
pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue
manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.
También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que
derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó
la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la
fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad,
sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su
mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y
agradecimiento.
María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su
vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios.
En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto
trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado
esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos
sirve de esperanza.
María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo tenía
lleno de Dios.
Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos
en todo lo que le pidamos.
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