Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había
hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos,
que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro,
¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió:
"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con
todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El
segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
«El gran mandamiento»
Dios
pide de nosotros dos cosas: amor de su Majestad y del prójimo; es en
lo que hemos de trabajar. Guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y
ansí estaremos unidos a El. Más ¡qué lejos estamos de hacer como
debemos a tan gran Dios estas dos cosas, como tengo dicho! Plega a su Majestad
nos dé gracia para que merezcamos llegar a este estado, que en nuestra mano
está si queremos.
La más cierta señal que
-a mi parecer- hay de si guardamos estas dos cosas, es guardando
bien la del amor del prójimo; porque si amamos a Dios no se puede saber, aunque
hay indicios grandes para entender que le amamos, más el amor del prójimo, sí.
Y estad ciertas que mientras más en éste os vierades aprovechadas, más lo
estáis en el amor de Dios; porque es tan grande el que su Majestad nos tiene,
que en pago del que tenemos al prójimo hará que crezca el que tenemos a su
Majestad por mil maneras; en esto yo no puedo dudar. Impórtanos mucho andar con
gran advertencia cómo andamos en esto, que si es con mucha perfección, todo lo
tenemos hecho; porque creo yo que, según es malo nuestro natural, que si no es
naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfección el
del prójimo.
Santa Teresa de Jesús
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