Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:
"El Reino de los Cielos se parece a un rey
que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para
avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo
de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis
terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero
ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a
su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y
los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus
tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego
dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados
no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos
los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a
todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de
convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un
hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado
aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio. Entonces el
rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las
tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son
elegidos".
«El vestido de
boda»
¿Cuál
es el vestido de boda, el traje nupcial? El Apóstol nos dice:»Los preceptos no
tienen otro objeto que el amor, que brota del corazón limpio, de la buena
conciencia y de la fe sincera»(1Tm 1,5). Este es el traje de fiesta. Pero no un
amor cualquiera, pues muchas veces parecen amarse incluso hombres
cómplices de una mala conciencia. Pero en ellos no hallamos ese
amor. Pero estos que se someten juntos al bandidaje, a los maleficios, estos
que se reúnen comediantes del amor, cocheros y gladiadores, se aman
generalmente entre ellos, pero no es la caridad que nace de un corazón puro, de
la buena conciencia y de la fe sincera: pues, un amor así es el
traje de fiesta.
Revestios pues del traje
nupcial, si es que aún no lo tenéis. Ya vosotros habéis entrado en la sala del
festín, podéis acercaros a la mesa del Señor, pero no tenéis todavía el honor
del esposo, el traje nupcial: buscáis aún vuestros intereses y no los de
Jesucristo. El vestido nupcial tiene como finalidad honrar la unión conyugal,
es decir, al Esposo y la Esposa. Conocéis al Esposo: es Cristo. Conocéis a la
Esposa: es la Iglesia. Rendid honor a la que es esposa,
rendid honor también al que es el esposo.
San Agustín
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