El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que
pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha
resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido",
y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Pero Herodes decía: "A Juan lo hice
decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?".
Y trataba de verlo.
Reflexión
¿Quién es este hombre que congrega a las
multitudes, este hombre que cura a los enfermos, este hombre que nos habla de
un Reino nuevo y a quien el mar y el viento obedecen? ¿Es un reformador social?
¿Un nuevo profeta? ¿Un revolucionario? ¿O el hombre más genial de todos los
tiempos?
Hoy nos surge también a nosotros el mismo deseo
que a Herodes. Tenemos ganas de ver a Cristo. Queremos conocerle y estar con
El.
Estamos contigo, Cristo. No podemos reprimir el
decirte, como Pedro, "Tú eres el Hijo de Dios vivo". Gracias, Señor,
por haber entrado en nuestras vidas. Por haber irrumpido en la historia de la
humanidad. Por haber cambiado los destinos de los hombres.
Lo mismo que la historia se cuenta ahora a partir
de tu nacimiento, queremos también que nuestras vidas se cuenten a partir de
este encuentro contigo.
Ayúdanos a llevar esta Buena Noticia a los
hombres, a cambiar la historia como Tú lo hiciste. Te buscamos, ven a
encontrarte con nosotros y colma nuestros anhelos.
Herodes no sabía quién eras. Nosotros sabemos que
Tú eres el Hijo de Dios, y que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.
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