Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y
enseñaba los sábados y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba
con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído
por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué
quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya
sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y
sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio
de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a
otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus
impuros, y ellos salen!". Y su fama se extendía por todas partes en
aquella región.
«¡Sal
de este hombre!»
Las
tentaciones no deben asustarte; es a través de ellas que Dios quiere probar y
fortificar tu alma, y él te da, al mismo tiempo, la fuerza para vencerlas.
Hasta aquí tu vida ha sido la de un niño; desde ahora el Señor quiere tratarte
como adulto. Ahora bien, las pruebas de un adulto son muy superiores a las de
un niño, y esto explica porque tú, al principio te has turbado tanto. Pero la vida
de tu alma pronto recuperará su calma, eso no va a tardar. Ten aún un poco de
paciencia, y todo ira mejorando.
Deja,pues,caer estas vanas aprehensiones. Acuérdate de
que no es la sugestión del Maligno el que hace la falta sino más bien el
consentimiento que se da a estas sugestiones. Solamente una voluntad
libre es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime por el efecto
de la prueba infligida por el Tentador, y cuando ella no quiere lo que éste le
propone, no solamente no hay falta sino que es virtud.
Guárdate mucho de caer en una agitación cuando luchas
contra tus tentaciones, porque esto no haría sino fortificarlas. Es
necesario tratarlas con desprecio y no ocuparte más de ellas. Vuelve tu
pensamiento hacia Jesús crucificado, su cuerpo puesto entre tus brazos y di:
«¡Esta es mi esperanza, la fuente de mi gozo! Me uno a él con todo mi ser, y no
te dejaré hasta que no me hayas dado seguridad»
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