Luego le dijeron: "Los discípulos de Juan
ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los
fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben". Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer
ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el
momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".
Les
hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo
para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este
no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque
hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán
más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el
vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".
Reflexión del Papa
Todos deseamos momentos para estar con las personas o la
persona que nos cae bien, que estimamos, que amamos. Entre amigos, el novio con
la novia o entre esposos. Y cuando alguien viene a arrebatarnos esos momentos
más los anhelamos y más deseamos que vengan.
A los apóstoles les sucede algo semejante en este
evangelio porque los fariseos, no sabiendo ya por donde fastidiar, pretenden
hacer ver a Jesús que los suyos no se comportan como los discípulos de Juan que
ayunan y rezan mucho. Pero perfectamente podríamos haberles dicho a los
fariseos aquella frase de san Agustín que dice: "teme a la gracia de Dios
que pasa y no vuelve". Y los apóstoles preferían disfrutar de la compañía
del Mesías que ayunar y estar lejos de Él. O también les podríamos haber respondido
con la misma frase que Jesús le dijo a la mujer de Betania: "Marta, Marta
muchas cosas te preocupan pero una sola es importante y María ha elegido la
mejor", que fue la de sentarse a sus pies.
He aquí por tanto la clave de este evangelio, la
presencia de Cristo en nuestra vida. De qué nos sirve ayunar, rezar mucho,
hacer penitencia si a la hora de la hora no acompañamos a Cristo donde
realmente está que es en la Eucaristía.
Estaríamos ayunando y rezando por deporte. Por
ello, si hasta ahora nuestros rezos o ayunos son sin una presencia de Cristo
dominical o más frecuente pensemos que estamos desaprovechando la verdadera
gracia de Dios para nuestra alma, que es la de estar cerca de Él.
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