En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un
mudo que estaba endemoniado, el demonio fue expulsado y el mudo comenzó a
hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en
Israel". Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios
por obra del Príncipe de los demonios".
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos,
enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando
todas las enfermedades y dolencias, al ver a la multitud, tuvo compasión,
porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor, entonces
dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son
pocos, rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha."
Meditación
Queridos hermanos y hermanas, verdaderamente el
mandato misionero encomendado por Cristo a los Apóstoles nos compromete a
todos. [...] Con todo, no conviene olvidar que la primera y principal
aportación que debemos dar a la acción misionera de la Iglesia es la oración.
"La mies es mucha -dice el Señor-- y los obreros pocos. Rogad, pues, al
Dueño de la mies que envíe obreros a su mies". "Orad, pues venerables
hermanos y amados hijos -escribió hace cincuenta años el Papa Pío XII de
venerada memoria-: orad más y más, y sin cesar. No dejéis de llevar vuestro
pensamiento y vuestra preocupación hacia las inmensas necesidades espirituales
de tantos pueblos todavía tan alejados de la verdadera fe, o bien tan privados
de socorros para perseverar en ella". Y exhortaba a multiplicar las misas
celebradas por las misiones, pues "son las intenciones mismas de nuestro
Señor, que ama a su Iglesia y que la quisiera ver extendida y floreciente por
todos los lugares de la tierra".
(Benedicto XVI, 27 de mayo de
2007).
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