martes, 9 de julio de 2013

Evangelio según San Mateo 9,32-38.

 
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado, el demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". 
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias, al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor, entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos, rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." 



Meditación 

Queridos hermanos y hermanas, verdaderamente el mandato misionero encomendado por Cristo a los Apóstoles nos compromete a todos. [...] Con todo, no conviene olvidar que la primera y principal aportación que debemos dar a la acción misionera de la Iglesia es la oración. "La mies es mucha -dice el Señor-- y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies". "Orad, pues venerables hermanos y amados hijos -escribió hace cincuenta años el Papa Pío XII de venerada memoria-: orad más y más, y sin cesar. No dejéis de llevar vuestro pensamiento y vuestra preocupación hacia las inmensas necesidades espirituales de tantos pueblos todavía tan alejados de la verdadera fe, o bien tan privados de socorros para perseverar en ella". Y exhortaba a multiplicar las misas celebradas por las misiones, pues "son las intenciones mismas de nuestro Señor, que ama a su Iglesia y que la quisiera ver extendida y floreciente por todos los lugares de la tierra". 

(Benedicto XVI, 27 de mayo de 2007).

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