No piensen que he venido a traer la paz sobre la
tierra. No vine a traer la paz, sino la espada, porque he venido a enfrentar al
hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra y así, el
hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí,
no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno
de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de
mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí,
la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me
recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser
profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser
justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque
sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo,
no quedará sin recompensa". Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a
sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de
la región.
“Quien quiera guardar su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mi causa, la salvará”
Reflexionemos
sobre esta palabra de nuestro Señor: que quiere "atraer todas las cosas
hacia si" (Jn 12,32 tipos de Vulg). El que quiere atraer todas las cosas,
las reúne primero y luego las atrae. Así hace nuestro Señor: recuerda primero
al hombre sus divagaciones exteriores y sus dispersiones, haciéndole recoger
sus sentidos, sus facultades, palabras, obras, y en el interior sus
pensamientos, su intención, su imaginación, sus deseos, sus inclinaciones, su
inteligencia, su voluntad y su amor.
Cuando todo está bien recordado, Dios atrae al hombre,
porque primero hay que separarte de todo bien exterior o interior al cual te
ataste poniendo en eso tu satisfacción plena. Este despego es una cruz penosa,
tanto más penosa cuanto más firme y más fuerte era el afecto... ¿Por qué
permitió Dios que el día y noche de hoy se parecieran al día y a la noche que
preceden? ¿Por qué lo que te ayudaba a la devoción hoy no te será de ningún
socorro mañana? ¿Por qué tienes una muchedumbre de imágenes y de pensamientos que
no acaban en nada?
Querido hijo, acepta de Dios esta cruz y sopórtala: se
te transformará en una cruz muy amable, si pudieras entregarle estas pruebas a
Dios, aceptarlas, con un abandono verdadero, y agradecimiento por todo a Dios:
"proclama mi alma la grandeza del Señor" (cf Lc 1,46). Que Dios coja
o dé, el Hijo del hombre debe ser elevado sobre la cruz... Querido hijo, deja
todo esto y aplícate más bien a un abandono verdadero, y piensa en aceptar
mucho más la cruz de la tentación que buscar la flor de la dulzura
espiritual... Nuestro Señor dijo: "el que quiera venirse conmigo, tome su
cruz y me siga" (Lc 9,23).
Juan Taulero
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