Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos
de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el
Cordero de Dios".
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron
a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó:
"¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí –que traducido
significa Maestro- ¿dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron,
vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de
la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a
Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano
Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido
significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y
le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que
traducido significa Pedro.
Meditación del Papa
Francisco
He aquí la experiencia de la misericordia, del
perdón de Dios en Jesucristo: ésta es la Buena Noticia, el Evangelio que Pedro
y Pablo experimentaron en ellos mismos y por el cual dieron la vida.
¡Misericordia, perdón! El Señor siempre nos perdona, el Señor tiene
misericordia, es misericordioso, tiene un corazón misericordioso y nos espera
siempre.
Queridos hermanos, ¡qué alegría creer en un Dios
que es todo amor, todo gracia! Esta es la fe que Pedro y Pablo recibieron de
Cristo y transmitieron a la Iglesia. Alabemos al Señor por estos dos gloriosos
testimonios, y como ellos dejémonos conquistar por Cristo, por la misericordia
de Cristo.
Recordemos también que Simón Pedro tenía un
hermano, Andrés, quien compartió con él la experiencia de la fe en Jesús. Es más,
Andrés encontró a Jesús antes que Simón e inmediatamente habló de ello a su
hermano y le llevó donde Jesús. (S.S. Francisco, 29 de junio de
2013)..
Reflexión
En el evangelio de hoy, se nos presentan dos
momentos en la vida de Juan y Andrés, discípulos del Bautista. El primero: su
encuentro con Jesús; y el segundo: la respuesta natural que nace de este
encuentro.
Juan y Andrés siguen a Jesús, en un momento. Éste
se vuelve y les pregunta ¿Qué buscan? Los discípulos después le responden con
otra pregunta. Pero la respuesta que Cristo les da parece que no resuelve su
interrogante. Sin embargo, la pedagogía de Jesús es diferente a la nuestra. Les
invita a que ellos mismos hagan la experiencia de convivir con Él. No los
fuerza. Respeta profundamente su libertad. Hasta el punto que ellos mismos
vieron dónde vivía y decidieron permanecer con Él. Lo que les atrajo no era
tanto el lugar donde vivía el Maestro, eso más bien era un pretexto para
acercarse a Él y conocerlo más íntimamente. Su testimonio les impactó tanto que
interiormente lo único que deseaban era quedarse a su lado.
Nadie puede hacer una verdadera experiencia de
Cristo y no quedar con alguna huella visible. En este evangelio, se nos muestra
cómo el conocimiento de Cristo les lleva a tener una necesidad muy grande de
trasmitirlo a los demás. El mismo Andrés no duda en llevar la buena noticia de
que han encontrado al Mesías a su hermano Simón, para después presentarlo con
el Señor y que Cristo lo escoja para seguirlo también. El apostolado brota en
todo corazón como una exigencia de quien ha experimentado el amor de Dios en su
alma y desea ardientemente que los demás también puedan gozar de este
maravilloso encuentro.
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